Seguro que en más de una ocasión hemos querido controlar el hambre a nuestro antojo, ya que muchas veces parece que tenemos unas ganas incontroladas de comer que en muchos casos son las causantes de un sobrepeso desmesurado en las personas que lo padecen. Este objetivo es el de muchas personas, pero cada vez podemos estar más cerca de conseguirlo, ya que la respuesta puede estar en una hormona conocida como grelina, que es la causante de esas ganas de comer.
Esta hormona es la que se conoce como la hormona del hambre, ya que es la que delimita nuestro apetito, pues el efecto que tiene en nuestro organismo es inmediato, apareciendo altas concentraciones de la misma cuando tenemos hambre, y bajas cuando no tenemos ganas de comer. Esto es lo que ha hecho que se realicen numerosos estudios acerca de esta hormona y su funcionamiento, llegando a la conclusión de los mecanismos de actuación de la misma y su posible control para mantener el peso en humanos.
La grelina es una hormona que segrega el aparato digestivo. Su funcionamiento habitual es el de predisponer los diferentes órganos del aparato digestivo para la digestión de los alimentos, y es que al comer se segrega para hacer la digestión. Pero no solo esta es la finalidad de esta hormona, sino que en periodos de hambre continuada el organismo segrega esta hormona con la finalidad de despertar el apetito de la persona en cuestión, ya que al llevar tiempo sin probar bocado nuestro cuerpo necesita nutrientes, y por ello se activan diferentes mecanismos como la segregación de esta sustancia.
El efecto que la grelina tiene en nuestro organismo es rápido y se caracteriza por unas ganas incontroladas de ingerir alimento. Curiosamente en las personas más delgadas que llevan a cabo dieta de adelgazamiento, se han detectado más niveles de esta hormona, ya que el hambre que pasan es mayor y el organismo incita más a ingerir alimentos; mientras que en las personas con sobrepeso se ha encontrado niveles inferiores de grelina. Esto se debe a que el organismo detecta una necesidad de ingerir alimentos y para conseguir que lo llevemos a cabo aumenta el apetito mediante la segregación de esta hormona que emite señales al cerebro por las que muchos se lanzan a llevar a cabo grandes comilonas para paliar ese apetito voraz repentino.
Es importante que mantengamos los niveles de esta hormona en parámetros normales, para ello simplemente bastará con no pasar grandes periodos de tiempo sin ingerir alimento. Por ello lo ideal es repartir las comidas en varias a lo largo de la jornada, de modo que consumamos alimento cada tres o cuatro horas. Eso sí, deben ser porciones pequeñas, pues debemos consumir lo mismo que siempre, pero repartido en varias comidas. Lo mismo pasa cuando perdemos peso de forma rápida y drástica haciendo una dieta muy estricta, ya que al perder mucho el organismo segregará más cantidades de esta hormona obligándonos a caer de nuevo en comilonas. Para evitarlo es importante seguir una alimentación equilibrada en la que no pasemos hambre y no realicemos subidas y bajadas de peso bruscas, sino que controlemos el peso en todo momento.